El gobierno argentino ha logrado visibilizar la enorme incidencia política que tienen estos grupos económicos y financieros poniendo luz sobre "en dónde" descansa el poder real…





¿Es el poder Estado una fuerza irrefrenable que invade con su presencia la vida y la libertad de los individuos?¿Es el omnímodo poder del Leviatán un nervio que extiende sus tentáculos sobre la sociedad para dominarla en toda su dimensión? ¿Son los nuevos liderazgos presidenciales del giro a la izquierda en nuestra región, un poder que corrompe, empobrece y se reelige indefinidamente con el único objetivo de infligir daños a las libertades civiles? ¿Es el poder político el único poder existente sobre la faz de la tierra con capacidad de incidir sobre la realidad social? ¿Y dónde queda en este contexto la decisión de la Corte norteamericana de jugar a favor de los intereses particulares de un conjunto de fondos de inversión en detrimento del Estado argentino?. Durante las últimas décadas hemos asistido a grandes transformaciones económicas, políticas y sociales en Sudamérica. La emergencia de nuevos y disímiles liderazgos presidenciales en la región, que con distintos ritmos y contenidos políticos ha producido cambios notables en la vida cotidiana de su población, implicó un giro copernicano en Sudamérica. Estos liderazgos han dado una vuelta de página al neoliberalismo que había desatado literalmente un vendaval sobre la estructura productiva, los lazos sociales y la soberanía de los países. Durante más de 30 años, en el último cuarto del siglo XX, las reformas orientadas al mercado fueron el paraguas protector que permitió el desagüe del Estado, las privatizaciones de empresas públicas y la exclusión de grandes segmentos de la sociedad. En ese marco, la emergencia de los liderazgos de Hugo Chávez en Venezuela, de Lula en Brasil, de Néstor Kirchner en Argentina, de Evo Morales en Bolivia y de Rafael Correa en Ecuador marcó un punto de inflexión regional y el comienzo de un proceso de recuperación de la capacidad del Estado y de la soberanía política de estas naciones. La ampliación de derechos civiles, económicos y sociales durante los últimos quince años implicó el inicio de una reparación histórica que dio lugar a la inclusión de millones de sudamericanos en la provisión de servicios sociales básicos. Sin lugar a dudas, el Estado se convirtió en el actor protagónico de este proceso transformador y principal vehículo en el cual se apoyaron estos liderazgos presidenciales para generar los cambios anhelados por una sociedad fragmentada y descreída de la clase política. La recuperación del Estado, entonces, emergía como un actor de peso que disputaba con los poderes tradicionales en terrenos en los que durante décadas el mercado se sintió dueño por derecho canónico. Los presidentes sudamericanos que a partir de principios del siglo XXI desafiaron, en mayor o menor medida, a los poderes tradicionales haciendo uso de las potestades estatales, fueron catalogados con el mote de “populistas” “autoritarios” y “dictadores”. Los ataques despiadados recibidos por los grupos económicos tradicionales y sus satélites, contaron con un importante coro mediático que jugó el partido como juez y parte, deslegitimando el accionar estatal y convirtiéndolo en un oscuro Leviatán que invadía a la sociedad desde todas sus esferas. El poder político en esa causa moral se convertía en el poder a combatir y sus líderes en virtuales tiranos que haciendo uso de los resortes públicos pasaban por encima de instituciones, actores sociales y de la propia constitución nacional. Es decir, la oposición partidaria, mediática y social apuntó con su dedo acusador al Estado, convirtiendo su intervención reparadora en una intromisión cuasi totalizante. La decisión de la Corte de Estados Unidos de votar a favor de los intereses de los fondos buitre hace caer como un castillo de naipes los argumentos en contra del irrefrenable poder del Estado. Si un juez norteamericano es capaz de generar con sus decisiones un vendaval político y económico en nuestro país con ramificaciones en Europa y en la región, marca dos elementos incuestionables: la pervivencia del poder financiero internacional y la debilidad de los gobiernos. La capacidad de los fondos de inversión de horadar la soberanía del Estado pone sobre la mesa de discusión sobre cuál es el verdadero poder. La denominación unívoca de poder para referirse solamente al del Estado, argumento utilizado con frecuencia por las oposiciones sudamericanas, queda invalidada y revela en toda su dimensión el carácter ideológico neoliberal que la sostiene. En consecuencia, si los poderes fácticos, mediáticos y financieros quedan invisibilizados, ya que el poder es sólo el político, el Estado se convierte en una potencia irreductible al que hay que enfrentarse para salvar a la democracia y al conjunto de la sociedad. Este mecanismo argumentativo, que en nuestro país tiene sus adláteres en el interior del universo opositor, iguala el poder transitorio de los gobiernos con el poder permanente de los verdaderos poderes reales. Esos auténticos poderes, los que se expresaron el lunes a la mañana en la Corte norteamericana, son sujetos incorpóreos, carente de voluntad de poder y sin capacidad de incidencia (sólo inversores comunes y silvestres), y el Estado argentino sólo sufrió un reto de la comunidad internacional por su afán incansable de poder, la ficción continua su saga. Si, por otro lado, el gobierno argentino logra visibilizar el enorme poder de estos grupos, que representan el verdadero poder mundial, habrá ganado una nueva batalla por la recuperación de la soberanía nacional. En ese sentido, la derrota en los estrados neoyorquinos no necesariamente implicará un fracaso de la política de desendeudamiento. Hacer visible el poder de estos fondos buitre (houldouts con el fin de suavizarlos en la versión del diario La Nación) será parte de otro de los legados que nos dejan una década de kirchnerismo y de gobiernos populares en la región. Que el verdadero poder anida en lo invisible y que el deber de un gobierno soberano para lograr sobrevivir y consolidarse es alumbrar sus tentáculos etéreos…


Fuente: por Mariano Fraschini para Miradas al Sur

Comentarios

  1. Qué cosa no ha logrado visibilizar el gobierno argentino a fin de que la población lo advierta? He ahí su gran logro y lo que lo ha diferenciado notablemente de los anteriores.

    ResponderEliminar
  2. De allí el odio.. Desenmascarar a quién no quería ser desenmascarado en sus intereses y vilezas tiene sus inconvenientes.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario