por
Osvaldo Vergara Bertiche. Miembro de Número del Instituto Nacional Manuel
Dorrego para Miradas al Sur
El
29 de junio de 1935, la Asamblea Constituyente de la Fuerza de Orientación
Radical de la Joven Argentina (Forja), consideró que: “Somos una Argentina
colonial... Queremos ser una Argentina libre...”.Como otra de las tantas fechas
de importancia en el acontecer político de los argentinos, ésta no es
debidamente recordada a nivel de las efemérides establecidas. Aquel día, Arturo
Jauretche, Gabriel del Mazo, Raúl Dellepiane, Homero Nicolás Manzione (Homero
Manzi), Jorge del Río, Manuel Ortiz Pereyra, Atilio García Mellid, Guillermo y
Carlos Maya, Francisco Capelli, Oscar Meana y Juan B. Fleitas, entre tantos otros,
fundan un movimiento profundamente ideológico surgido de la crisis de la Unión
Cívica Radical acelerada a raíz de la muerte de Hipólito Yrigoyen. Fue un
intento de recuperar el partido para las ideas que el caudillo había puesto en
marcha en su larga carrera de conductor. Raúl Scalabrini Ortiz no estuvo
ausente, pero su condición de no ser afiliado radical le impidió integrarse en
esa fecha orgánicamente a la naciente organización. Sin embargo fue un activo
conferencista y varios de sus trabajos se publicaron en los famosos Cuadernos
de Forja. Ellos preconizaron el retorno a los principios federalistas, sus
integrantes fueron hispanoamericanistas y antiimperialistas, y criticaron
activamente la política del gobierno durante la llamada Década Infame por su
sumisión a los intereses del capital internacional. Arturo Jauretche en Forja
y la década infame señala que “fue una labor humilde y difícil, porque
tuvimos que destruir hasta en nosotros mismos, y en primer término, el
pensamiento en el que se nos había formado como al resto del país, y
desvincularnos de todo medio de publicidad, de información y de acción, pues
ellos estaban en manos de los instrumentos de dominación, empeñados en ocultar
la verdad”. Ese pensamiento nacional tiene su “momento histórico” a partir del
17 de octubre de 1945, día (parafraseando a Raúl Scalabrini Ortiz) de la
sublevación del subsuelo de la Patria. En ese momento y como bien lo señalara
el autor de Historia de los Ferrocarriles Argentinos… “era el cimiento básico
de la nación que asomaba”. Mucho y extenso es lo que se ha escrito sobre este
movimiento político, y sobre sus principales referentes, pero vale la pena
traer a colación lo que Francisco José Pestanha pone de relieve en su artículo
“Forja: la conciencia nacional en marcha”, cuando dice: “La profunda intuición
desarrollada por los forjistas a partir del cuestionamiento al orden
establecido les permitió, por su parte, visualizar claramente un proceso que
venía acuñándose en el subsuelo material y cultural de la patria. Ello era
lógico, ya que ellos mismos eran integrantes de ese subsuelo patrio, y además,
de una generación que protagonizaba una profunda revolución ética y estética.
Tal como lo enseña Juan W. Wally, los componentes de Forja integraron una de
las progenies más brillantes de la argentina desde todas la ramas del quehacer
cultural reaccionando contra un proyecto oligárquico de país que pretendía
hacer la Europa en América”. Y en otro trabajo del mismo autor, titulado “Forja
enseña”, manifiesta “Dos razones fundamentan la indubitable vigencia que
mantiene el pensamiento forjista en estos días. La primera, la agudeza y
lucidez de un cúmulo de aportes teóricos que han logrado trascender su propia
existencia como agrupamiento político (entre 1935 y 1945). La segunda, la
notoria similitud existente entre aquellos tiempos históricos y los nuestros”.
Y es aquí en donde debemos detenernos y preguntarnos: ¿el sometimiento al imperialismo de turno feneció? ¿Los dictados imperiales han desaparecido?
No cabe dar respuesta, la misma está inmersa en la realidad no coyuntural, sino histórica, que nos ha tocado vivir desde 1955 en adelante.
El pensamiento y el accionar forjista tienen plena vigencia. Forja fue la “última de las resistencias para evitar la desnaturalización del radicalismo. Es por ello que asumieron la tarea de desplegar la vieja bandera de don Hipólito y se dispusieron a cumplir el último mandato del jefe: ¡Empezar de nuevo!”.
A más de 70 años de ese hecho fundacional de enorme trascendencia, que se caracterizó por su impronta de protoperonismo, quienes levantamos (porque no las hemos arriado jamás) banderas de soberanía política, independencia económica y justicia social, como así las del federalismo y en la necesidad de seguir en permanente resistencia a la oligarquía y al imperialismo, debamos también, como el mejor homenaje a aquellos militantes del campo nacional... ¡Empezar de nuevo!.
Desnaturalizados son ustedes que roban a troche y moche. El radicalismo es uno solo, y Dorrego el lugar donde mejor se expresa. No "resuciten" ideológicamente a bolcheviques o populistas que usaron a nuestro Partido para sus infames propósitos.
ResponderEliminarSilvana Giúdice, Aguad, Sanz, Gerardo Morales, Buryaile, son radicales de no infames propósitos. Y que no roban a troche y moche; directamente les garpa Clarín.
ResponderEliminarY a vos te pago yo, vil engendro a sueldo de la Rosada, para que puedas vivir de la "literatura" política. Andá preparando un buen CV, porque en el 2016 va a estar bravo conseguir trabajo, porque vamos a quitar todos los planes, asignaciones familiares y subsidios a los vagos mantenidos por esta dictadura de corte soviético.
ResponderEliminarLeopoldo Moreau:
ResponderEliminarPara decidirme a escribir esto esperé --deliberadamente--que pasarán 24 horas. Creía --ingenuamente-- que entidades periodísticas, colegas, dirigentes políticos , un fiscal, alguna jerarquía eclesiástica, organismos de protección de menores, el INADI, en fin, la sociedad iba a reaccionar enérgicamente en repudio a un conductor periodístico que incitó a ejercitar violencia contra menores (hijos de dos jueces) en las aulas donde estudian, con el agravante que llamó a que ese ejercicio de violencia lo practicarán otros menores, sus compañeros. Es decir, promovió abiertamente un bullying. Nadie dijo ni hizo nada.
Mañana muchos de ellos muy campantes seguirán hablando de la " brecha", de los políticos " intolerantes", de los que "buscan dividir la sociedad". Por supuesto, los medios periodísticos seguirán desgarrandose preocupados por el aumento de la violencia en las escuelas.
Si no condenan con voz bien alta este acto de suprema intolerancia y de franca incitación a la violencia (esto también vale para los militantes) el descreimiento se adueñará de muchos compatriotas. Y la democracia con dirigentes con miedo y afectos a la hipocresía se degrada.