Hace pocos días,
conversando con un viejo amigo, Sociólogo y Subgerente de Recursos Humanos en
una de las entidades bancarias multinacionales con mayor presencia en nuestro
país, tratábamos de desentrañar de qué hablan los sectores medios cuando se
refieren al tema de la corrupción. Me contaba que años atrás, cuando comenzó a
implementarse el sistema impositivo a los grandes ingresos, mal llamado
ganancias, descubrieron una maniobra tan subrepticia como escandalosa. Resulta
que ante el despido de un recurso jerárquico pudieron constatar que en aquel
entonces este individuo declaraba aportes voluntarios al sistema previsional
privado, tributo que en la práctica no realizaba. De ese modo se colocaba por
debajo de las exigencias tributarias lo que le permitía evadir el impuesto.
Solucionado el tema y penalizado el individuo con las retenciones pertinentes,
a un gestor del departamento de RR.HH se le ocurrió realizar una investigación
al respecto. Las conclusiones del estudio dieron como resultado que sobre 1400
recursos que estaban en idénticas condiciones económicas 1100 practicaban la
misma metodología fraudulenta. Vale decir, más del 78% de ese horizonte
acomodado evadía el impuesto a los mayores ingresos. Esta suerte de asociación
ilícita se había conformado con naturalidad a los efectos de un delito que
encontraba una buena cantidad de beneficiarios con la anuencia de un grupo de
funcionarios de la AFJP vincula al mismo grupo financiero.
De inmediato
recordé cuando mis tiempos de auditor en esa misma entidad y mi lucha desigual
y en soledad a favor de terminar con una banda de jerárquicos que operaba
internamente desarrollando negocios propios: licitaciones direccionadas,
adjudicaciones directas, proveedores que ejercían posiciones dominantes,
funcionarios que solapadamente tenían rotundos intereses con determinadas
empresas contratadas. Demás está aclarar que tal investigación trajo aparejado
la discontinuad de algunos de estos escandalosos circuitos de corrupción y como
no podía ser de otro modo, también de mi cargo. Por entonces yo trabajaba con
sesenta personas. Nadie, absolutamente nadie y menos aun el gremio, salió a
levantar banderas ante la injusticia. Luego me enteré que la gran mayoría de
ellos participaba con sus talentos y silencios en las operatorias, desempeños
que eran muy bien remunerados cuando de liquidaciones de variables por
excedentes de balances se trataba. Recuerdo que una semana después me enteré
que la única repercusión que había tenido mi despido fue el desmayo de la Jefa
de Compras del Banco, muy poco como acto de rebeldía en contra de un sistema
altamente inmoral.
No resulta
recomendable analizar los comportamientos sociales sobre la base de una taba
individual, pero a poco de desandar la sumatoria de eventos, la percepción de
la realidad, nos puede hacer entender las razones por las cuales nunca los
comportamientos éticos son variables atendibles cuando de escoger esquemas,
públicos o privados, se trata.
Tiene mucha razón
Gustavo Cordera cuando afirma que el Kirchnerismo has desenmascarado
descarnadamente lo peor de nuestra sociedad, cuestiones que tanto nos apetecen
ocultar bajo la alfombra, y eso es lo que más le jode a los sectores medios.
Nunca como en la actualidad la civilidad ha quedado tan expuesta en tanto sus
miserias estructurales y eso amerita debates tan abiertos como crueles,
discusiones en donde emergen instantáneamente los dobladillos, los parches, las
fisuras, los quiebres, las tripas, el mal olor. Ya nos lo había informado
Néstor Kirchner a poco de asumir en el 2003. “De cada caja que abro sale pus”.
Infecciones que por poderosas aún se conservan indemnes, sin antídoto eficaz,
dentro de la justicia, de los medios de comunicación, de los gremios, de las
estructuras políticas, de las empresas privadas, en las empresas públicas,
capas anquilosadas que por beneficio y comodidad jamás tendrán la intención, la
voluntad solidaria, de resignar sus prebendas.
El cruce de
acusaciones forma parte del show business mediático. No creo que nadie,
seriamente, entienda tal cosa como un intento honesto por hacer de la sociedad
un colectivo más respirable, más honesto. Hace mucho que considero que la
corrupción es una de las formas más eficiente de integración social a escala
global. Debe ser por eso que hace rato he abandonado las huestes de la
indignación y la condena. Considero que ambas constituyen, en sí propio,
simples poses, excusas que sólo sirven para enjuiciar al otro, acaso como
argumento lindante a la vulgaridad.
De cara a ese
humanismo tan declamado y en el marco de un mundo en donde más de un 35% de su
población se encuentra por debajo de la línea de indigencia, resulta admisible
y ético que los alimentos coticen en bolsa, que los medicamentos se constituyan
como artículos de lujo, que los servicios esenciales se encuentren sujetos bajo
el paradigma costo/beneficio, que la industria armamentista sea la más poderosa
del planeta. ¿Cuánta corrupción incluye el sistema económico global? Esquema
despiadado y arrogante que encima se atribuye proponernos el desafío de
esforzarnos para intentar pertenecer. Aceptar las reglas del juego que instalan
los poderosos y sus rentas. Eso, para algunos, se llama república (en
minúscula).
Por eso ya se me
hizo costumbre tratar de rascar un poco que hay detrás de cada denuncista
compulsivo. En muchos casos es para eliminar a un competidor, en otros para
mantener un status quo conveniente, existen aquellos que utilizan tal mecánica
con fines políticos determinados, y están los menos, una porción casi
insignificante de ciudadanos que lo hace por un auténtico deseo de mejorar a la
sociedad. La lucha es despareja debido a que estos no deben quedar enlodados en
el ámbito de intereses espurios, lo cierto es que generalmente estos individuos
finalizan sus días, primero cooptados, sin saberlo, y luego abandonados cuando
dichos intereses logran sus objetivos de máxima. A propósito viene a mi memoria
la triste experiencia que sufrió el Padre Farinello cuando fue invitado a
participar en política dentro un espacio progresista. Terminó renunciando a
poco de darse cuenta que su honesta figura estaba siendo utilizada a favor de
un proyecto corrupto y deleznable.
Los sectores medios
detestan la corrupción en la cual no participan, aceptan aquella que les otorga
beneficios. Lo vemos diariamente en los medios. La justicia, en sintonía,
colabora republicanamente con el dilema. Veamos las causas que se encuentran
inexplicablemente paradas y comparemos con aquellas que han tenido veloz
resolución y nos daremos cuenta a quién responde el sistema vigente (Lapa y
Once son dos ejemplos muy significativos y que guardan extrema relación entre
sí).
Así como los medios
titulan con suma precisión el precio del dólar ilegal no comprendo las razones
por las cuales aún no han exhibido una lista completa que incluyan los precios
de repuestos robados, de máquinas y herramientas, del gramo de cocaína. En lo
personal no encuentro la diferencia amén que deseen exponer una apetencia
devaluatoria.
Me causan mucha
gracia los moralistas que exponen éticas desde máquinas tramposas,
editorialistas y escribas que jamás le hicieron asco al atajo, que laboran para
lo más abyecto de nuestra historia. ¿Qué segmento de la población son los más
fervientes devotos del dólar “paralelo” o blue? ¿Dentro del pobrerío o dentro
de las clases medias y acomodadas?.¿En dónde está enquistado ese ícono de la
corrupción, en el Estado o en el ámbito privado? Para quién tuvo la oportunidad
de sufrir en carne propia la corrupción estatal y la privada mueve a risa la
indignación de los sectores medios. No los condeno, simplemente los tomo como
son.
La corrupción forma
parte de un acuerdo colectivo, por eso y reitero, nunca la denuncia y el
honestismo iluminista movieron el amperímetro electoral. Sería muy lamentable
que lo haga. Los dirigentes políticos son un emergente de nuestra sociedad,
dichos emergentes tienen relación directa con lo que somos, de modo que no nos
puede sorprender que en cada placard haya un muerto. Acaso para estar
integrado, para estar incluido dentro del sistema republicano se hace
imprescindible que exista tal cadáver y a la vez tratar de develar el cadáver
que atesora el antagonista. Popularmente se afirma que un tipo honesto e
íntegro es un problema. (Recuerdo que cuando me despidieron del Banco, el
Gerente que se encargó de mis papeles, al estrecharme la mano me dijo: “Con
diez tipos como vos, limpiamos el Banco”. Lo mandé a la recalcada concha de su
madre. Puteada que tuvo la dignidad de saber comprender. Y no me equivoqué.
Y lo es tanto en la
actividad pública como en la privada, lo es en una entidad intermedia y hasta
en las ONG. De modo que si tal especie está aceptada en el inconsciente
colectivo como mandamiento social, ¿Cuál sería la razón para que priven
aquellos comportamientos éticos tan declamados?.
Tampoco es un tema
cultural, si lo es de formación. Cada uno de los lectores de este limitado
texto conocerá tipos tan extremadamente cultos como réprobos moralmente, por lo
cual dicha lógica queda desestimada (falsación popperiana). Como me atreví a
soslayar la formación tiene que ver con el asunto. El medio, la sociedad, el
goteo imperceptible que nos va diseñando como personas, las influencias, los
ejemplos, la interpretación de la realidad, la valoración y el concepto,
elementos imprescindibles que de acuerdo a cómo nos son explicitados
intervienen directamente en nuestra personalidad.
En estos términos
quién pretenda hacer una revolución ética no hace otra cosa que caminar hacia
el averno. Lamentablemente el hombre, como especie, se dará cuenta de sus
malversaciones el día que observe su presente y su futuro como irreversibles.
Por ahora tal cosa no se alcanza a percibir. Toda maldad se potencia, toda
desigualdad se profundiza, toda injusticia se mantiene incólume producto que
muchos aún obtienen enormes beneficios con ese orden inmoral. Acaso el fin de
la corrupción, de toda la corrupción, la que me incluye y me beneficia también,
devendrá cuando la devastación del planeta se manifieste visible y
concretamente en el horizonte y no exista más nada ni razón por atesorar.
Has dado en la tecla de un tema escasa sino nulamente expuesto y debatido, casi diría tbú, porque se ha hecho tabú por la lógica del culo sucio colectivo.
ResponderEliminarLa indignación exclusiva y acomodada ante -únicamente- el funcionario público, y acotada amás a aquel que representa el signo político contrario l que se profesa es el deporte favorito hoy día de la política.
La corrupción es intrínseca al sistema. Y ojo, al sistema todo en sus variantes capitalistas y socialistas en función de gobierno.
Y, qué hacemos desde ahí? Seguimos discurriendo en acusaciones cruzadas interminables?
Sucede que como los mega corruptos que imponen sus directrices en el sistema lo tienen más que claro, diseñan sus manuales desestabilizantes considerando el ítem en primer término. Secundado de inmediato por la famosa "inseguridad" donde trabajan el miedo y los registros ancestrales que permanecen en zonas no abordadas en la población.
Excelente post.
Sobre la corrupción, se puede hablar horas o escribir ríos de tinta, siempre o casi siempre será enfocado como asunto "moral" y - la verdad - la corrupción tiene la mala costumbre de ser ESTRUCTURAL, en cualquier sistema. O sea, de movida, hay discusiones que no tienen sentido.
ResponderEliminarSin irnos muy lejos, ¿qué es, sino confirmar la naturaleza estructural de la corrupción, que ahora se pueda pensar la economía de países centrales con el "aporte" de la prostitución, el narcotráfico?, y como si éso fuera poco, hacerlo con una finalidad corrupta, encubrir el desastre económico - provocado - para beneficio de los vivos de siempre y catástrofe para la mayoría.
Y por acá, siendo tan devotos de la santa hipocresía y la moralina; es natural que los que compran y venden artículos robados se quejen de "los chorros"; y que desde la esfera "legal" - con precios que son un robo y márgenes a mano armada - se aliente el circuito ilegal, ejemplo típico, los repuestos de auto. "Industria" floreciente y con cantidad de adeptos clasemedieros apabullante. Que levante la mano el que nunca haya recurrido o no conozca "proveedores" de esa clase.
A mí me parece que, en general, hay dos formas de encarar ésto, la "indignación", fácil, estéril y "generalista" (y bochinchera) y otra, un tanto más complicada y costosa; decir que NO en lo individual y dejar de simular candidez y sorpresa ante lo obvio, corrupción hubo, hay y habrá, le corresponde a uno, a su sociedad, decidir los límites que se le pone. Si la "anti-corrpción" le importara a tanto declamador, lanata, pobrecito, ya se habría suicidado o muerto de hambre ante la indiferencia general.
Gustavo, llegue al posteo por parte de Daniel lo cual le agradezco.
ResponderEliminarMe parece que el tema de la corrupcion se va a poder discutir en serio cuando sea reconocido como un problema real de "lo privado". Denunciar la corrupcion publica/estatal es de un facilismo que bien has descripto. Pero como que un privado sea corrupto se ve como parte de los propios negocios entre privados, no hay discusion posible.
Es mas, algo que toca el tema de cerca, hace poco me sorprendio ver comentarios de conocidos mios, militantes de partidos troskistas, quejandose de la publicidad oficial en los partidos de futbol, y defendiendo a la publicidad privada, frente a esta, porque la oficial "sale con la plata de los impuestos". Yo se que no descubro la polvora, pero si hasta en espacios de izquierda se privilegia ese liberalismo berreta de que a lo privado le toleramos todo porque supuestamente es dinero que genero por si mismo, no puedo estimar que la discusion pueda generarse seriamente.
Por lo demas, lo dejas bien claro en el posteo
Saludos!
Algo que viene al caso sobre esto me pasó hace una semana, el sábado post-procesamiento.
ResponderEliminarFui a comprar vino a la vinería de la que soy cliente.
Ahí nomás el dueño empezó a hacer comentarios sobre el vice, del tipo “claro, la culpa es de Mañeto”, “A Mañeto no lo votamos, pero a Budú si”,etc.
Como en esos comentarios había una clara intención de bardeo, le pregunté “¿Y qué se afanó Budú”. Respuesta obvia “Y, la fábrica de Ciccone”.
“Pero si la fábrica fue expropiada. Y no le pagaron nada. Entonces Budú es un boludo que puso guita en algo que le sacó el Estado”.
“Bueno, pero Nuñez Carmona tiene yates, aviónes, satélites. Budú no puede justificar ni siquiera lo blanco, que la impresión de la boletas del FPV, bla bla bla”.
Faltó que dijera que Bill Gates y Carlos Slim son testaferros de Budú.
La hago corta. Este indignado comerciante, en la puta vida, es decir nunca, jamás, ni por casualidad, ni por error me ha dado factura cada vez que le compro. Y siempre mis compras superan holgadamente los $ 100,00.
Su cuñado, que tiene un almacén cerca de mi casa, igual. Monotributista categoría baja y se queja que no puede comprar dólares. Con el encuadramiento que tiene no le alcanza ni para sobrevivir.
Entre los dos, sumando lo que nos roban con su negreo, más los subsidios a los servicios que reciben, seguramente superarían los 100.000 mangos birlados, por derecha o izquierda, al Estado.
La próxima vez que me digan algo, juro que se las zampo.
Saludos.
Tema jodido y lleno de desplantes de toda índole que va desde ponerle grasa a la zanahoria o al garrote en el desarrollo de la sociedad humana, tal como somos, animales gregarios.
ResponderEliminarLos chinos la emprendieron de manera científica:
http://informe21.com/ciencia-y-tecnologia/%C2%BFla-corrupcion-es-un-problema-mental-curable
Lo corrupto está ligado con lo podrido, con la muerto o decadente, y si hacemos una proyección social sobre la naturaleza vemos que la corrupción es parte del ciclo vital.
Pero como no somos naturalmente naturales en lo que respecta al armado social a través de estratos que se anquilosan en normas y leyes de fundamentos fácilmente fosilisables, esa falta de dinámica nos convierte al conjunto en un cadáver.
En efecto, el endiosamiento de la posición social estratificada es motor y combustible en la cuestión, en la carrera por posicionarse, del beneficio particular sobre el colectivo dada la muerte del mismo, no obstante el clamor en el espejo de los mismos victimarios-víctimas que giran en el círculo vicioso.
Actuamos por imitación y reflejo, cosa imposible de modificar, lo que si podemos modificar son las condiciones sempiternas:
Acabar con las competencias de quien es el mas poronga.
Dejar de operar para cooperar.
Y de última, cuidémonos, que el mundo es finito.