En ocasiones el mismo campo nacional y popular labora como la “reacción puritana e inquisidora” de nuestra propia acción política. Al final, Diego Capusotto le da luz al concepto
Anónimo:
Uno de los grandes defectos
que tiene el campo popular es suponer que la autocrítica contiene elementos de
superioridad moral que nos eleva. Por decenas de temas nos hemos destrozado a
nosotros mismos más allá de las operaciones de la derecha. Yo no he visto
lacerarse internamente al macrismo por los derrumbes, por la represión en el
Borda, por las escuchas, por las inundaciones o por el endeudamiento en CABA.
Tampoco he visto a la militancia de la alianza Faunen criticando al socialismo
por los narcos rosarinos o por el escape de gas que le costara la vida a casi
30 personas. Menos aún he visto autocrítica por parte del FR a propósito de las
bestialidades que suele emitir su líder, ni por la presencia de Cariglino,
Barrionuevo, y demás. Somos muy boludos. Y eso en política se paga.
Hace
un tiempo hemos esbozado la idea de comenzar a pensar al kirchnerismo en
términos históricos. Retomo el tema a propósito de este comentario anónimo que hace
unos días llegó a Nos Disparan. Creo que el comentarista desempolva uno de los
dilemas más notorios que tiene el campo popular: su enorme capacidad de
autodestrucción so pretexto de esa constante tendencia hacia el camino de la
perfección. Coincido. En ocasiones somos la “reacción puritana e inquisitoria”
de nuestra propia acción política.
Brevemente
podemos afirmar que el kirchnerismo ha desarrollado tres etapas bien
diferenciadas durante estos once años, no sólo a partir de las herramientas
políticas utilizadas, además desde sus propios postulados y paradigmas. La primera, bajo la lupa de Néstor Kirchner,
arribando al gobierno en las peores condiciones, no sólo económicas y sociales,
sino además en cuanto a la confianza ciudadana por la política, en donde la
construcción del poder popular fue la base de su mandato. Curiosamente las
grandes reformas estructurales no estuvieron presentes en este período que “tan
bien” hoy se recuerda desde la derecha peronista. Exceptuando la entidad política
que el ejecutivo les otorgó a los organismos de derechos humanos y su
compromiso para con la memoria, la verdad y la justicia, podemos afirmar que hubo
líneas contemporizadoras con el poder real que son imposibles de soslayar: La
compensación a los bancos post pesificación asimétrica, aprobar el acuerdo
Cablevisión-Multicanal y la promoción de una Corte Suprema de tendencia liberal
en la mayoría de sus miembros son tres ejemplos del caso. Con la llegada de
Cristina en el 2007 y su rotundo triunfo electoral se inicia el segundo
segmento; comienzan al desarrollarse políticas contracíclicas a favor de la
inclusión y la distribución de la riqueza. Los conflictos no se hacen esperar.
La 125, la ley de medios, la estatización de los fondos de pensión, las leyes
sociales de inclusión ciudadana, el sistema de asignaciones, entre otras,
provocaron el inmediato desbande de la derecha que moraba dentro del proyecto y
que al mismo tiempo oficiaban de nexo con las corporaciones. Luego de la merma
electoral sufrida en las legislativas del 2009, en donde los dos más firmes
presidenciables actuales junto al propio Néstor eran derrotados por el hoy inexistente
De Narváez en Buenos Aires, y del fallecimiento del ex presidente, el Gobierno
obtiene un triunfo histórico sin necesidad de segundas vueltas y con una
oposición totalmente desprestigiada luego de su penosa actuación política
durante el período 2009/2011. Justamente durante este lapso es en donde se
observó al oficialismo activo y decidido para profundizar los cambios
estructurales que nuestra sociedad necesitaba. A partir de allí el ataque corporativo,
interno y externo, se potenció exponencialmente logrando una coordinación que
antes no tenía, debilitando de algún modo la inercia positiva del proyecto
inclusivo. Esta coyuntura, al mismo tiempo, le dio pista a una importante franja
de adherentes que bien describe el autor del prefacio, anónimo ariete para esta
nota de opinión.
Ver
más en extenso en:
http://lasbalasdelcampanario.blogspot.com.ar/2014/05/es-necesario-comenzar-un-analisis.html
El
futuro tiene sabor, aroma, y color neoliberal. Alguna vez mencionamos que si
durante más de trece años las masas habían sido seducidas por el neoliberalismo
no había ninguna razón política para que el evento no se repita. Y esto lo noto
con preocupación en mi propio Pago. Es mínima la cantidad de personas que se
espantan por el posible “neoarribo” y más si tomamos en cuenta que el segmento
rural fue sumamente perjudicado durante aquel tiempo. Nuestros dirigentes
vernáculos contemporáneos, con el objeto de llegar a posicionarse, se afilian a
la idea, en algún caso de manera vergonzante, colgándose de ciertos figurines mediáticos,
acaso aplicando la amnesia como placebo imprescindible. Por aquellas épocas la
ruralidad era solamente sinónimo de materias primas exportables, el valor
agregado en origen y el desarrollo regional no constaban en agenda alguna y la
viabilidad o no viabilidad de nuestros pueblos se ponderaba sobre fríos asientos
contables. (Recordemos a Formosa como concepto liberal de la época). Éramos un
gasto que debía generar renta, no una inversión de cara a sus habitantes. Si la
región no tenía capacidades naturales para generar riqueza su destino estaba
escrito. No importaba potenciarla ni desarrollarla, el asunto era explotarla mientras
y hasta que “de” todo lo que pueda. Todavía duele el alma darse una vuelta por
Plaza Huincul y Cutral-có. El libro y la trama de la película Quebracho no nos
es tan distante temporalmente.
Durante
estos años kirchneristas la mayoría de nuestros distritos de la sexta sección
electoral, que han bien comprendido el proyecto político vigente, han avanzado
notoriamente, quien no lo hizo de ese modo es porque así lo ha decidido. De
todas maneras estos recibieron los beneficios de aquellos aprovechando la
generación de empleo vecino pudiendo exhibir como valor principal la ausencia
de conflictos (tranquilidad de camposanto me atreví a definirla), cuestión más
cercana a procesos migratorios que al desarrollo económico y social de sus
comarcas. Con sólo comparar la extensión y evolución de los parques
industriales de la zona durante el período 2003-2014 no es necesario agregar más detalles.
¿Qué
pasa entonces con parte del campo popular que no alcanza a ver lo que rompe a los
ojos?
¿Pueden
las coyunturas complejas pasarle por encima a un incipiente pero novedoso proyecto político inclusivo?
¿Puede
el militante del campo popular ignorar su propia historia y la de sus cercanos?
Los
Comuneros de Paris y la Republica Española algo nos cuentan al respecto. Mientras
nos seguimos castigando con absurdas perfecciones hay quienes sin ser tan
nobles ni altruistas al momento de la autocrítica nos vuelven a vender aquel mismo
producto noventista, programa cuyas contraindicaciones las hemos sufrido hasta el límite
de nuestra propia existencia como Nación.
Para
finalizar este humilde y olvidable texto les pedí ayuda a Carlos Madera Murgui
y a María Eugenia Madera, entrañables amigos del Pago Chico, quienes me acercaron este notable disparador que propone un Diego Capusotto que dejó al inefable payaso por un rato al costado... (o no)
“En el humor se puede nombrar
lo político para dinamitarlo o para transformarlo en otra cosa, o porque es
algo que está hoy más accionado que en otras épocas. Todo lo que hacemos está
ligado a lo político. Está bien discutir en estos términos, para que el sujeto
político también sepa cómo efectivizar una declamación, que no quede nada más
que en la declamación. Lo que genera el kirchnerismo es eso: la discusión de
eso que se declama. Me resulta interesante porque eso o se dinamita porque no
se llega adonde se tiene que llegar o se lo apoya críticamente, como tiene que
ser. La oposición está más desvalida en ese sentido, es más previsible. Es una
especie de víctima del sujeto político creado por el kirchnerismo, un ciudadano
indignado, como Lilita Carrió que se levanta y se va. Unen está quince
centímetros a la izquierda de Macri. Ellos creen que no, pero el kirchnerismo
está más a la izquierda de la sociedad que Unen. Y el kirchnerismo no es un partido
de izquierda. Es un sujeto a discusión, porque se compromete desde lo que
enuncia, entonces cuando te comprometés, tenés que llegar a algún lugar y
después ir a los lugares donde todavía no está resuelta la cosa. Desde ahí me
resulta interesante, no para sacar la banderita de la kermés nacional y
popular, sino para poner la atención y la tensión ahí. Si hay algo que genera
tensión es el kirchnerismo... lo demás no. Cuando digo “tensión” no estoy
diciendo apoyo incondicional, sino elemento vital en el escenario político. Lo
demás me parece irrelevante y peligroso. Pienso que todo depende más del
kirchnerismo que de la oposición. Es un escenario desolador. Sabemos que
siempre el ciudadano indignado termina hablando del diálogo y la eficacia: el
diálogo es entre ellos y la eficacia es para hacer negocios. Y la policía para
reprimir. Eso me preocupa más que la decadencia física”.
Comentarios
Publicar un comentario