Cuando el arte explica – CUATRO BREVES CUENTOS ORIENTALES ANÓNIMOS que hablan de la soberbia... y un buen Blues instrumental
EL VERDADERO
PODER
Un hombre de
corazón endurecido decidió hacerse discípulo de un sabio con fama de tener
mucho conocimiento y poder. En realidad, lo que deseaba era llegar a
convertirse en maestro él mismo y reunir miles de discípulos que lo venerasen y
procuraran todos sus caprichos.
Pero el sabio,
leyendo el corazón de aquel hombre, lo rechazó como discípulo. No
obstante, no se dio por vencido. Corría el rumor de que el maestro poseía un
talismán mágico que era la fuente de su poder y sabiduría, por lo que decidió
averiguar si era cierto, y llegado el caso, robarlo. Por fin, una
noche, después de mucho esperar y acechar, logró hacerse con el talismán. Pero
aquel individuo, por más que manipulaba y estudiaba el talismán, no era capaz
de adquirir un ápice de conocimiento ni poder aunque, no obstante, llegó a
tener algunas centenas de pobres discípulos a los que enseñaba. Confiaba en que
antes o después el talismán le relevase todos sus secretos. Pero una
noche, de repente, apareció en su estancia el maestro.
- Eres un pobre
desgraciado que no conoce las consecuencia de sus actos -le espetó-. Haces
creer a esos incautos que eres un maestro, y en realidad estás manipulando sus
emociones y anhelos. Nadie te dio la potestad de enseñar. Esta potestad sólo
puede otorgarla un hombre de conocimiento como yo. Y ni yo, ni nadie como yo te
la dará jamás. Ahora devuélveme el talismán que me robaste.
Aquel hombre, sintiéndose atrapado, contestó lleno de ira:
-Está bien, tal vez
yo no logre nunca el conocimiento y el poder, pero tú lo has perdido y por eso
vienes a buscar el talismán mágico que otorga esos dones. Pues has de saber que
no te lo devolveré nunca, antes te mataré o tendrás tú que matarme.
-Repito, eres un
pobre desgraciado -dijo el maestro-, no te das cuenta de tu estupidez. ¡Yo soy
un maestro y puedo hacer otro talismán! ¡Tú con el talismán en poder no puedes
hacer un maestro!
EL VERDADERO
CULPABLE
Un hombre fue al
puesto de guardia a denunciar el robo de su burro. Una vez allí, y enterados al
detalle de lo sucedido, los policías comenzaron a hacerle observaciones:
-Usted ha tenido poco cuidado. ¿Cómo se le ocurre tener un simple cierre de madera en la puerta de la cuadra en vez de un sólido cerrojo? - opinó uno.
-Usted ha tenido poco cuidado. ¿Cómo se le ocurre tener un simple cierre de madera en la puerta de la cuadra en vez de un sólido cerrojo? - opinó uno.
-No puedo creer que
desde la calle se pudiera ver el burro, siendo una tentación para cualquiera.
¿Es que no se le pasó por la cabeza nunca guardar al animal de miradas ajenas
elevando las paredes de la cuadra? -dijo otro.
Un tercero, en tono
crítico, le censuró:
-¿Pero dónde estaba
usted en ese momento? ¿Cómo es posible que no viera al ladrón marcharse con el
burro?
De este modo fueron
cayendo sobre él un buen número de acusaciones hasta que, harto ya de esa
situación, dijo:
-Señores, acepto
todo lo que me han dicho, pero algo de culpa también ha de tener el ladrón, ¿no
creen?
PODERES QUE LLEVAN
AL DESASTRE
Un hombre que había
alcanzado la conquista de poderes sobrenaturales, pero que carecía de
percepción de lo real, realizaba un viaje en barco cuando se desencadenó una
fuerte tormenta.
El experimentado
capitán comunicó al pasaje que no era la primera vez que él y su tripulación
afrontaban una situación de ese tipo y que siempre habían salido airosos. Por
ello dio las órdenes oportunas, y los marineros llevaron a cabo las tareas
precisas destinadas a preparar la nave para la tormenta. Sin
embargo, el hombre de los poderes excepcionales no confió ni en la experiencia
del capitán ni de la pericia de la tripulación. Por ese motivo, recurrió a las
artes mágicas, e invocando a los genios adecuados, ordenó:
-¡Que inmediatamente cese la tormenta!
Lo que sucedió en el acto, para sorpresa de todos.
Pero ocurrió que el barco había sido preparado para soportar las olas y los fuertes vientos, por lo que la repentina calma provocó que la nave se escorara primero, se inundara después y por fin se hundiese, llevando a la muerte a todos los miembros de la tripulación y el pasaje, incluido al estúpido hombre de los poderes prodigiosos, que lógicamente tuvo que dar cuenta a Dios, de aquellas horrendas muertes provocadas por su ignorancia.
NO SE PUEDE
COMPRAR TODO
Un noble
inmensamente rico decidió un buen día que debía contar entre su séquito con un
rapsoda que compusiera y cantara himnos y alabanzas a su persona. Para ello,
mandó contratar al mejor juglar que hubiera en todo el mundo. De regreso, los
enviados contaron que, en efecto, habían hallado al mejor rapsoda del mundo,
pero que éste era un hombre muy independiente que se negaba a trabajar para
nadie. Pero el noble no se dio por satisfecho y decidió ir él mismo en su
búsqueda.
Cuando llegó a su presencia, observó que el juglar, además de ser muy independiente, se encontraba en una situación de franca necesidad.
-Te ofrezco una bolsa llena de oro si consientes en servirme -le tentó el rico.
-Eso para ti es una limosna y yo no trabajo por limosnas -contestó el rapsoda.
-¿Y si te ofreciera el diez por ciento de mi fortuna?
-Eso sería una desproporción muy injusta, y yo no podría servir a nadie en esas condiciones de desigualdad.
El noble rico insistió:
-¿Y si te diera la mitad de mi fortuna accederías a servirme?
-Estando en igualdad de condiciones no tendría motivo para servirte.
-¿Y si te diera
toda mi fortuna?
-Si yo tuviera todo ese dinero, no tendría ninguna necesidad de servir a nadie.
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