Evo Morales, como pueblo que es, supo y sigue sabiendo marchar al ritmo de las esperanzas del pueblo
Con Evo vamos
bien…
por Alfredo Serrano
Mancilla Doctor en
Economía, Director CELAG
Sin sorpresas y sin
sobresaltos, el pueblo boliviano ha decidido que el cambio de época siga en
marcha de manera irreversible. Evo Morales es indiscutible por voluntad
popular. En Bolivia, no hay ni habrá restauración conservadora. Evo gana por
amplia mayoría (las encuestas en boca de urna le conceden alrededor del 60%,
tanto Ipsos como Equipos Mori); y además vence en casi todas las regiones
(posiblemente puede perder sólo una, Beni). La oposición queda bien alejada de
aquello que el pueblo boliviano prefiere como proyecto de país; el empresario
opositor Doria Medina, revestido como opción de centro, quedaría en segundo
lugar con algo más del 20%; y el candidato de la derecha tradicional Tuto
Quiroga no llegaría ni al 10%.
Con estos resultados, no caben
los discursos de siempre, ni de “país dividido”, ni de “urgencia de consensos
para la unidad nacional”, ni eso de la “gobernanza mediante el equilibrio
multipartidario”. La unidad plurinacional en Bolivia la representa el MAS. Este
es el mensaje rotundo de la mayoría social. Y por tanto lo mejor en estos casos
es no jugar a malabarismos interpretativos que busquen ir en contra de aquello
que realmente quiere decir el pueblo. Bolivia quiere que sea Evo Morales quien
siga pilotando este proceso de cambio.
A pocos pueden sorprender el
desenlace de esta jornada electoral si se considera cómo ha gobernado Evo
Morales desde que llegara a la presidencia allá por el 2005. Mucha tinta ha
corrido desde entonces. El triunfo holgado de este momento es fruto indisoluble
de esos primeros años en los que Evo Morales se atrevió a todo, sin cobardías,
siempre en revolución democrática; esta victoria perfecta se debe explicar no
sólo por lo mal que lo ha hecho la oposición, sino realmente por todo lo que se
ha venido realizando desde los inicios, en los que se fragua este proceso, con
cimientos que generan lealtad y legitimidad, que permiten edificar un nuevo
sentido común incluyente y representativo de los intereses populares.
Evo decidió hacer todo lo que
verdaderamente había prometido; antes de nada, el decreto que permitía
reapropiarse del gas que había sido previamente expropiado en la época
neoliberal; luego, la instauración de la asamblea constituyente que pusiera fin
a un poder constituido que se había dedicado a distribuir pobreza limitando el
vivir mejor solo para unos pocos privilegiados. Muchos ya no se acuerdan de
aquel Evo que debía luchar contra la media luna (la mitad oriental del país) en
constante desacato o cuando el mismo Presidente no podía ni aterrizar en algunos
aeropuertos de su propio país. Son muchos los obstáculos que tuvo que sortear
Evo para llevar al país por donde realmente él y su pueblo quería.
Comenzó decididamente a
construir un nuevo orden económico en busca del vivir bien de todos y todas,
sin excepciones. Se llevó a cabo un proceso de reapropiación de los sectores
estratégicos para que la soberanía ya no fuese más la clásica mentira sobre la
seguridad jurídica que solo garantiza la tasa de ganancia de unas cuantas
firmas transnacionales. Se redistribuyó la riqueza; se pusieron en práctica
políticas sociales sin pedir permiso a los de siempre. Se reinsertó el país en
el mundo desde América latina, sin más sumisión a los organismos
internacionales, sin seguir sometidos a los árbitros del Banco Mundial. Tal
como afirmara el Vicepresidente Alvaro García Linera, “hemos pasado de los
Chicago Boys a los ‘Chuquiago Boys (en alusión a la ciudad de La Paz en
aymara)”. Así, con esta sentencia, se visualiza fielmente cómo Bolivia dejó de
ser lo que dictaban del Norte para emanciparse desde el Sur. Bolivia comenzó a
elegir su propio camino, sincopy-paste, y parece
que esto el pueblo lo agradece, con apoyo político y social, y también con
muchos votos el día de acudir a las urnas.
Definitivamente, la disputa por
el sentido del cambio en Bolivia ya no pasa por afuera; todo se va dilucidar
dentro, dentro del instrumento político que representa el MAS. Puede que a
muchos politólogos no les guste, pero el pueblo boliviano ha dejado un claro
mensaje.
En los próximos años, las
tensiones creativas del proceso de transformación determinarán el rumbo siempre
bajo un nuevo modelo posneoliberal que no tiene vuelta atrás. Son muchos los
desafíos en adelante; el proceso no termina con esta victoria. Evo Morales
suele mal acostumbrar a sus votantes, y acaba cumpliendo sus promesas. El
Presidente quiere otro salto adelante, que haga de Bolivia una potencia
energética, con una nueva matriz productiva, de nuevos productos
industrializados (con más valor agregado), pero también con nuevos productores,
que logren alterar y democratizar estructuralmente el régimen de acumulación,
haciéndolo cada vez más justo.
Evo Morales no quiere
perpetuarse en una economía del gas, sino superarla a través de una nueva
economía del conocimiento evitando realmente las nuevas cadenas de dependencia
tecnológica del siglo XXI. Además, después del asalto, llega una etapa para
continuar consolidando virtuosamente una nueva institucionalidad del Estado
correspondiente a una nueva sociedad. El otro gran desafío es eminentemente
territorial, y se traduce de la propia declaración del mismo Presidente Evo en
la terraza del Palacio Quemado en esta misma noche electoral, “ya no hay más
media luna; ahora hay luna llena”, esto es, se trata en delante de fortalecer
una Bolivia como un todo, sin más divisiones ni partes separadas.
En definitiva, son muchos los
retos por delante, y se trata de no frenar, de no parar después de esta gran
victoria electoral, porque los votos no suponen un cheque en blanco, sino todo
lo contrario; vendrán más demandas, algunas inesperadas gracias al nuevo
horizonte abierto con el lema “con Evo vamos bien”; es mejor no llegar tarde
cuando el pueblo sigue marchando a gran velocidad.
Evo Morales, como pueblo que
es, supo y sigue sabiendo marchar al ritmo de las esperanzas del pueblo,
utilizando su mismo lenguaje, sin necesidad de descifrar nada, demostrando que
su gran sintonía es absolutamente natural. Pero la responsabilidad histórica de
Evo Morales, después de este amplio respaldo, no solo se circunscribe al
territorio boliviano, sino que así, con esta victoria, se consolida como gran
referente latinoamericano que debe seguir remando regionalmente a
contracorriente de la hegemonía neoliberal.
Fuente: Diario Público de
España
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