Un paro para las tapas de las revistas Forbes y Fortuna






Todo parece indicar que el martes tendremos un nuevo paro general de los sindicatos colaboracionistas de los poderes fácticos. Este fenómeno no es novedoso. Décadas atrás también existieron ramas sindicales que laboraron a favor de las corporaciones y en contra de los gobiernos populares. En algunas oportunidades sus dirigentes lo hicieron a favor de la obtención de prebendas personales y cargos a futuro, otros, aprovechando las naturales debilidades de los fines ciclos y so pretexto de falsas reivindicaciones operaron para posicionarse dentro de su mismo colectivo. Hubo también unidades sindicales que adoleciendo de las lecturas adecuadas directamente conspiraron en contra de gobiernos que habían ampliado sus derechos. Lo cierto es que los trabajadores vip de nuestra contemporaneidad - el 11% que tributa el impuesto a los ingresos elevados - van a dar una nueva muestra de fuerza, con efecto totalizador en las grandes urbes, bajo la extorsión que significa la ausencia de transportes. Más allá de entender el reclamo a pesar de estar dentro del 89% de trabajadores que no gozamos de tal privilegio, no me da la sensación de que se viva en nuestro país una situación laboral tan tensa, proporcional a lo que tangiblemente se podrá observar ese día, por lo menos si nos centralizamos en ese inciso. El elemento saliente es que estamos frente a un paro nacional que se le hace a un gobierno que termina su mandato en pocos meses, ejecutivo que está resistiendo a los reclamos de ajuste, buitres incluidos, que marca la agenda de todo el arco opositor con posibilidades de salir victorioso en octubre. Entonces para quién están jugando estos sectores. Sabemos que dentro de nuestro colectivo representativo proletario predominan los empresarios, individuos que de los dos lados del mostrador atienden según la conveniencia que marca la coyuntura. No tengo dudas que este paro tiene todas las características de un movimiento impactante que solo busca instalar protagonistas sumamente desprestigiados socialmente dentro de la escena política.
Resulta llamativo, o no tanto, que las centrales sindicales pasen por alto, en sus petitorios combativos, el problema más acuciante que tiene en la actualidad una buena porción de los trabajadores argentinos: La precarización laboral, el sistema de terciarización vigente y el 32% de trabajadores que aún se hayan en la informalidad. Tres incisos en donde juegan directamente las patronales privadas, principalmente dentro de las corporaciones. Ir contra de esos temas es ir contra sus aliados coyunturales, incluso, en algún caso, me atrevería a sentenciar constituiría un oxímoron, ya que marcharían en contra de si mismos como componentes determinantes del lado del mostrador reaccionario. Por eso no nos puede llamar la atención que este paro reciba comentarios favorables en publicaciones tipo Forbes o Fortuna, incluso es una buena manera de blanquear las alianzas tácitas que en este momento tienen las centrales sindicales reaccionarias con las corporaciones, establishment que aún no pierde las esperanzas de que el kirchnersimo anticipe la entrega de su mandato.
Cómo han cambiado los tiempos. Dirigentes como Raimundo Ongaro en la CGT de los argentinos, Rene Salamanca y Agustín Tosco plantaban sus luchas entendiendo perfectamente la identidad del explotador. En la actualidad dicho concepto parece sumamente difuso. Los reclamos sindicales han dejado de ser reivindicativos de las necesidades del proletariado de base para comprender a un colectivo egoísta, sectario y excluyente. La representación de las bases mutó mágicamente a la representación de los pudientes. La premisa unirse desde abajo y organizarse hizo lugar a luchar por los intereses de los de arriba. 



Comentarios

  1. La gran diferencia. Y pasaron sólo 33 años

    30 DE MARZO DE 1982

    https://www.youtube.com/watch?v=tgiXCrqWkbY

    ResponderEliminar

Publicar un comentario