para diario Público
de España a partir de su blog A Contracorriente..
Los
escenarios electorales se repiten de forma muy similar en los países de
gobiernos posneoliberales de América Latina: a las candidaturas de estos
gobiernos se oponen siempre los partidos de derechas. La izquierda se
caracteriza por políticas sociales redistributivas, mientras que los gobiernos
posneoliberales se definen por el monopolio privado de los medios de comunicación.
La primera hace hincapié en las condiciones de vida de la gran mayoría; en
cambio, la otra intenta influir en la conciencia de la gente.
No
hay ninguna duda de que los gobiernos de Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay,
Bolivia y Ecuador han mejorado de manera sustancial las condiciones de vida de
las personas. La redistribución de la renta, la disminución de las
desigualdades, el aumento de las posibilidades para que las personas puedan
encontrar formas dignas de supervivencia… todo esto apunta en esa dirección,
algo que ni siquiera es negado por la oposición.
Tampoco
se niega el rol de los medios de comunicación privados, que se han convertido,
con el tiempo, en portavoces de los partidos de la derecha. Así, a menudo las
campañas electorales miden los resultados de las políticas sociales bajo el
prisma de las malas prácticas de los medios de comunicación privados.
La
efectividad de las políticas sociales goza de un amplio consenso entre las
clases populares, que suelen votar masivamente a los candidatos de los
gobiernos, a quienes atribuyen los méritos de esas políticas y la perspectiva
de que continúen. Las clases medias de las grandes ciudades son el público
objetivo de las campañas de los medios de comunicación privados, que se
concentran en difundir la idea de que los países van mal, que el camino
escogido por los gobiernos es el equivocado, que los Estados cobran demasiados
impuestos, son corruptos, debieran restringir sus espacios en función de las
iniciativas privadas, no respetan la “libertad de prensa”, etc., etc.
Al
igual que las políticas sociales de los gobiernos posneoliberales son muy
similares, las campañas de los medios monopolistas de comunicación parecen
realizadas por una misma empresa privada, por lo que también son casi iguales.
Si
los gobiernos tienen problemas en la actualidad encuentran soluciones en la
derecha, y no en la izquierda. Los candidatos de la oposición, ya sea en
Ecuador, Venezuela, Bolivia, Brasil, Argentina o en Uruguay, son los mismos de
siempre, es decir, los hijos de los que han estado siempre. La novedad está en
que, a veces, dicen que mantendrán políticas de los gobiernos actuales cuando
ven que la sociedad pide modificaciones de las políticas ya impuestas. Es
decir, defienden que mantendrán los avances sociales, pero a la hora de
desvelar sus políticas económicas y/o sus futuros ministros de Economía en el
caso de que llegasen al poder, se ve que son absolutamente incompatibles con
las políticas sociales que estén ya en vigor, principalmente por los principios
básicos de las personas que asesoran a los candidatos de la oposición.
El
poder que tienen los medios de comunicación privados da, a su vez, un poder
desestabilizador a la derecha, al valerse de campañas de terrorismo económico,
denuncias de supuestos escándalos que pudieran darse en los gobiernos de
izquierda, y reduciendo el poder de acción de éstos. Sin embargo, esa
misma derecha se mostró incapaz de presentar candidatos y plataformas que
pudieran vencer en las elecciones. Tienen, por tanto, que apelar a esquemas
golpistas para intentar romper la continuidad de los gobiernos progresistas.
Dicho esquema es similar en países como Venezuela, Ecuador, Brasil, Bolivia y
Argentina.
Es
esencial romper con el monopolio de los medios de comunicación privados, que
son los que tienen la mayor capacidad de influencia, incluso en países donde
hay leyes que los regulan. El objetivo principal, con o sin esa regulación, es
que las grandes masas de población, beneficiarias de las políticas sociales
ofrecidas por esos gobiernos, tengan conciencia social de sus derechos, qué
fuerzas los garantizan y cuáles acabarían con ellos.
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