Como poeta busco un romance pasional entre los sentidos y la inteligencia,
estableciendo una orgía literaria mágica. Acaso por eso nadie está interesado
en publicarme, convengamos que comercialmente, fin último de las editoriales,
no es rentable tan elevada inversión. De alguna manera esa es la razón por la
que acepto el soborno de María de los Ángeles. Como cuenta Julio Cortázar en
Rayuela: “La violación del hombre por la palabra, la soberbia venganza del
verbo contra su padre llenaban de amarga desconfianza la meditación de
Oliveira, forzado a valerse de su propio enemigo para abrirse paso hasta un
punto en que pudiera licenciarlo y seguir hasta una reconciliación consigo
mismo y con la realidad que habitaba”. La dama es mi enemiga y me valgo de ella
hasta poder reconciliarme con aquel que fui antes de caer en el ámbito de sus fantasmales oscuridades
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