¿Se encamina la economía mundial hacia otro desplome?
Dossier
Fuente: Revista Sin Permiso
1) Yanis Varoufakis
Ex ministro de finanzas del gobierno
griego de Syriza, es un reconocido economista greco-australiano de reputación
científica internacional
¿Deberíamos
tener miedo? Sí
Los
mercados monetarios dieron la bienvenida al Nuevo Año con atípica pesadumbre.
Con buenos motivos. Aun antes de que los mercados chinos entraran en espasmo el
pasado año, el ingreso global (medida en dólares) declinó por vez primera desde
2009. Los oscuros nubarrones se hicieron más oscuros, cuando saltó la noticia
de que las empresas chinas andan ansiosas de préstamos en remnimbis para poder
pagar sus deudas en dólares, en una carrera contrarreloj antes de que una
crisis del dólar se las lleve por delante. La potencial pérdida de control, por
parte de Pekín, sobre su cambio de divisas suscitó el miedo a una debilitante
guerra de divisas no declarada.
¿Se corre
el peligro de otro 2008? Aunque eso no se puede saber, el peligro de una nueva
recesión es claro y manifiesto.
Antes de
2008, los déficits gemelos norteamericanos se hallaban en un equilibrio
inestable al absorber hacia EEUU las exportaciones netas mundiales y el capital
excedente necesario para financiarlas. Ese extraño mecanismo de reciclaje, así
como los flujos de capital hacia Wall Street que generaba, permitió el frenesí
de financiarización que turboalimentó la deuda privada. Cuando sus burbujas
estallaron, el sector financiero había tenido ya una experiencia a par de
muerte, y la Gran Recesión estaba ya con nosotros.
Además del
“generoso” contribuyente y de los enérgicos banqueros centrales, fueron las
economías emergentes las que ayudaron a substituir parte de la demanda agregada
que había “perdido” Occidente. Aprovechándose de los tipos de interés
estadounidenses a cero y realizando operaciones bancarias fundadas en la
creencia de que el dólar seguiría depreciándose, las empresas chinas,
brasileñas, etc. tomaron a préstamo más de cuatro billones de dólares (véase el
informe del Bank for International Settlements).
Ahora el
capitalismo global se ve amenazado por un montañoso mercado emergente de deuda
del sector privado (y por la probabilidad de una sucesión de quiebras, a medida
que suban los tipos de interés y caiga el remnimbi). Si esto ocurre, ¿pueden
esperar las economías emergentes que Occidente haga de contrapeso equilibrante
del capitalismo global, como hicieron ellas en
2008?
¡De ningún
modo! Los precios de los activos financieros occidentales y la herencia de la
deuda pública que siguió a los rescates bancarios están en alturas históricas,
la Europa austeritaria sigue siendo una exportadora de deflación y el poco
crecimiento generado (por ejemplo, en España, en Portugal y en Irlanda) he
venido de más endeudamiento privado. Por último, pero no menos importante, más
de cuatro billones de dólares de ahorro andan brujuleando por las instituciones
financieras occidentales, renuentes a ser invertidos en actividades capaces de
producir los ingresos necesarios para devolver las deudas privadas y públicas.
¿Hay que
tener miedo? Desde luego que sí. ¿Es inevitable un nuevo 2008 a la vuelta de la
esquina? En economía política, nada es inevitable. Salvo la determinación
nuestras clases políticas a optar por el negacionismo interesado, si la
prevención de crisis prevenibles les cuesta la aprobación de los poderosos.
2) Mariana Mazzucato
Profesora
de Economía de la Innovación en la Universidad de Sussex
La economía global se halla en una situación
desesperada
La crisis
de 2008 fue causada por una excesiva deuda privada. Una causa clave de ese
incremento fue el estancamiento de los ingresos reales, de modo que el crédito
se usó para mantener los niveles de vida. Lejos de curar la causa de eso, el
grueso de las “reformas” luego de la crisis se centraron en la reducción de los
niveles de deuda pública. Y a medida que avanzaba la austeridad, la deuda
pública seguía creciendo debido a los efectos de la caída del crecimiento
económico en la recaudación tributaria.
Aunque la
economía no está en vía de desplome, sigue en su espiral bajista: los niveles
de deuda personal andan cerca de los de 2008, la falta de inversión ha causado
ha hecho flaquear a los ingresos y los cambios registrados en los precios de
las materias primas han venido a revelar los desbalances de unas economías
demasiado dependientes de los recursos naturales.
El mayor
problema es que el sector financiero no está trabajando para la economía real,
sino contra ella. En la cúspide de todo eso, las empresas están cada vez más
financiarizadas y centradas en actividades como la recompra de participaciones
para disparar al alza las opciones de acciones y la remuneración de los
ejecutivos, en vez de dedicarse a la inversión.
La economía
global se halla en una situación desesperada como resultado de pésimas
decisiones, tanto de los gobiernos como del mundo de los negocios
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