Como le va don Sala, buena
mañana, me sorprendió el tipo saliendo a los gritos detrás de la arboleda. Aquí
me ve, le respondí, llevando el rictus singular de los lunes invernales. No se
queje, don Sala, usted siempre anda quejándose por lo que no se puede cambiar.
Tiene razón, mi amigo, me debería enfocar en otras cosas más importantes desde
lo personal, como hace la mayoría, guardar silencio y no meterme en bolonquis
sociales cuya resultante no es otra que la bronca de los imbéciles con carnet
que por ventura democrática, deciden.
¿En qué quedó el Enigma Médico
de Coronel Dorrego? Me preguntó el tipo. Usted se refiere a la saga ficcional
que desarrollé la semana pasada, le retruqué. ¿Saga ficcional? interrumpió el
hombre ciertamente descolocado, para luego agregar, yo pensé que se trataba de
una investigación periodística. Yo no soy periodista, no trabajo ni cobro por
ello, menos aún recibo subsidios ni publicidad para hacer sustentable el
espacio, de manera que lejos estoy de ufanarme de tal cosa, le respondí. Para
ser mass media es necesario cumplir con el código mass media, me extendí, y
esos códigos no van conmigo. Sucede, don Sala, que su relato ficcional
descolocó a varios personajes notorios de la política local. Me tiene sin
cuidado, mi amigo, acá la única verdad es la oficial y la de sus voceros,
cuando dicen y cuando callan, y a ella nos debemos remitir, nadie tiene derecho
a conspirar contra el relato dorreguense. ¿Entonces era mentira? Inquirió con
severidad el tipo. La verdad como tal, mí estimado, no están en juego en esta
partida. Es más, no importa, ya que también está solventada por un relato o por
un “no relato” que se constituye como tal, lo que importa es el poder de quien
la impone. Usted sabe que soy un amante de la novela negra, género por demás
atractivo ya que muestra las relaciones y los comportamientos sórdidos que
existen en los sótanos de la sociedad. ¿Subraya la Historia, Trifolio,
Cárdenas, RR.HH y Colonia Esperanza, lo que Nunca Ocurrió, por ejemplo, don
Sala? Así es, en esas historias, sobre todo en la última, están exhibidas con
la mayor crudeza lo que las crónicas no muestran y los voceros prefieren
omitir, esos comportamientos abyectos de los que diariamente somos testigos
pero que no nos atrevemos a editorializar ni a informar porque de alguna manera
también nos describen como sociedad y como individuos, mi estimado. Aún así no
entiendo lo de la renuncia, don Sala. Por motivos personales, le respondí al
tipo, incompatibilidades con su actividad privada, error de carga. Me está
jodiendo, don Sala.
Mire mi amigo, le pregunto:
¿Los leones están o no están en la plaza? No están me respondió el tipo. ¿Quién
se los llevó, dónde están ahora?, le repregunté. No se sabe, sentenció. Y si no
se sabe quién se los llevó y dónde están quiere decir que aunque no los veamos
siguen estando allí ya que al ignorar las causas de su desaparición quedan
abolidos sus efectos, es decir la inexistencia. Esa inexistencia es un sofisma.
Por eso lo de Videla fue extremadamente perverso cuando afirmó que los
desaparecidos son entes que no están ni vivos ni muertos. Justamente siguen
estando allí porque nadie repara en esa notoria inexistencia, ergo, es
necesario un esfuerzo adicional de carácter intelectual para asumir dicha
situación. No entendí nada don Sala. Le resumo, no importa si alguna vez los
leones estuvieron y hoy, acaso, están decorando la entrada de alguna estancia
paqueta de la región, si existe un acuerdo social para ocultar las causas lo
efectos mueren de muerte natural, aún siendo tangibles y palpables. Evitar
indagar sobre las causas resume, generaliza y globalizan los efectos, de alguna
manera los absuelven explicándolos banalmente. Hoy leí por allí un reportaje
muy interesante que le hacen a Julio Blanck, uno de los editores estrella de Clarín
en donde admite con cierta vergüenza haber desarrollado durante el kirchnerismo
periodismo de guerra contra el gobierno. Si nos detenemos en nuestras lecturas históricas,
esas mismas que nos sirven para afirmar o para desechar conceptos no nos debe
extrañar que muy probablemente esas lecturas cuenten con los mismos vicios que
nosotros estamos aplicando en nuestros testimonios del presente. Mire, mi
amigo, Coronel Dorrego debe ser una de las pocas comunidades sociales en el
planeta en donde la Dirección de Cultura organiza un certamen y lo gana un alto
funcionario del área, y los componentes de esa comunidad aceptan la cuestión
con una gracilidad asombrosa. La abstención en función de la transparencia no
está en el vademécum. Digamos que el asunto es ciertamente menor ya que se
trata de un mero símbolo distrital, podía haber sido ese u otro, nada iba a
cambiar nuestra pauperización social, pero recuerdo que había personas muy
enojadas y con razón por la situación, sobre todo docentes, alguna de ellas
tristemente no está entre nosotros. Y allí está, a la vista de todos, sin que a
nadie le haga cosquillas. El nomenclador con el nombre del creativo funcionario
ya está impreso, solo hay que escoger la arteria conveniente o asignar el
edificio. El tiempo dirá. Es así mi
amigo, la ficción y la realidad en Coronel Dorrego se hacen tantas concesiones que
llegan a parecerse, por eso se lo ruego, no me crea, pero si me permite el consejo,
no le crea a nadie, finalicé. Tiene razón don Sala, en Coronel Dorrego hay
gente que miente hasta cuando dice la verdad, me dijo el tipo…
LTA
ResponderEliminarAlgunos de los medios reciben subsidios para no decir nada. Eso se nota mucho.
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