Foto: Página AM 1470 La Dorrego
A tan
solo tres cuadritas de casa se levanta en Guisasola uno de los varios monumentos
a la desidia. Y aquí no hay excusas socio-económicas, es un simple laissez
faire, una suerte de laissez passer que uno puede observar en el pueblo, pero
no solamente en este inciso, la cosa se mantiene sin solución de continuidad
desde el ingreso a la aldea, pasando por sus linderos, y como en este caso a
pocos metros de la plaza central. A los que venimos gritando a sordos, y me
refiero puntualmente a los otarios (especie sin orejas) que nos gobiernan, sobre
estos asuntos ambientales desde hace años nos mueve a risa cierta indignación.
Hace poco tiempo esta empresa, cuya historia y sucesivos propietarios dan para
cuento de García Márquez, mejor dicho de Fontanarrosa, en donde hubo hasta
tiros, lío y “cosa golda” fue mudada por ruidos molestos a instancias de la
denuncia de un “vecino con llegada” que se sentía perjudicado, sin embargo
jamás se implementaron controles ni se respetaron los protocolos urbanísticos existentes,
más allá de las nuevas disposiciones aprobadas, para evaluar la debida profilaxis
que la actividad per-se exige (ver 3).
Los
recientes espasmos mediáticos en Guisasola suenan a serrucho Radical, no sería
la primera vez que sucede, el bueno de Toti Furlong se debe estar sonriendo desde
algún lugar no muy lejano. Si bien la Delegada Anahí Dumrauf ha exhibido hasta
el momento notorios flancos débiles en su gestión y muy pobres resultados no es
menos cierto que existen correligionarios que desean su lugar a como de lugar,
el estado del pueblo habla de una muy escasa colaboración política por parte
del ejecutivo cuestión que impacta directamente en el humor social en contra de
la funcionaria. Ayer recordábamos con una vecina que el anterior propietario de
esta empresa, (impresentable y mediático sujeto que dejó un tendal de deudas y
contaminación) tuvo enorme protagonismo cuando la anterior clausura, incluso
fue recibido por las más altas autoridades del distrito y en ningún momento se
advirtió sobre el tema, simplemente se aliviaron las desventuras sonoras del
“vecino con llegada” desplazando la recicladora hacia un punto menos quejoso.
Luego el tiempo y la inercia hicieron lo suyo, la mano llegó hasta el codo, y
ambos tomaron el brazo. Los locos seguíamos gritando mientras los otarios sonreían,
nos miraban y comían langostinos, y el laissez faire guisasolense continúa no
solo en la empresa de reciclados plásticos, sino también en la planta de
cereales, en los históricos silobolsas que le dan la bienvenida al pasajero, en
la suciedad de las calles, en el estado intransitable del entoscado, en los cordones
barrosos...
Notas
de referencia:
Es cierto lo que decis. Cuando la delegada asumió le daban 6 meses los correligionarios. Entre los peronistas que no ayudan y los radicales que la quieren voltear asi esta el pueblo. Una mugre
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