EL SINDICALISMO FRENTE AL ACHIQUE
DE LA INDUSTRIA
Marea baja
Por Martín
Rodríguez, periodista. Para Le Monde diplomatique
La política económica del macrismo impacta negativamente en diferentes
sectores industriales. En un clima recesivo y de pérdida de poder adquisitivo,
el sindicalismo acelera su proceso de reunificación sin, por el momento, llegar
a la confrontación total.
¿Cómo calza, cómo
llega, cómo impacta la gestión PRO en los trabajadores argentinos y las
industrias? ¿Qué tipo de resistencia sindical enfrentará el gobierno? ¿Cuál es
el estado de situación de los gremios? “Cualquiera sea la medida que tome,
tiene que tener presente que está actuando sobre un cuerpo social que tiene
enormes desigualdades”, le dijo Juan Carlos Schmid a Mauricio Macri. Schmid,
integrante del triunvirato de conducción de la CGT unificada, aún ocupa su
oficina de la sede de la calle Piedras porque sigue siendo el titular del
Sindicato de Dragado y Balizamiento: habla bien, escribe bien y no perdió la
pinta de trabajador del puerto. Para Schmid hay una “ingenuidad” en Macri y su
gabinete. Y rememora la reunión en la que el Presidente les reprochó a los
empresarios no haber puesto lo que tenían que poner. “Él viene de esa clase
dominante”, agrega.
Schmid
es un moyanista al que no se le puede reprochar falta de coherencia, que ahora
se pone el traje en el triunvirato que domina la CGT desde que en agosto Hugo
Moyano dio un paso al costado. No es fácil reemplazarlo. La conformación del
triunvirato reveló un resultado desconcertante: en nueve meses Macri logró un
momento de unidad sindical inédito. A excepción de algunos gremios chicos, la
mayoría de las organizaciones pertenecientes a las tres vertientes de la CGT se
reunificaron, y lo mismo parece que puede ocurrir con las dos alas de la CTA.
El triunvirato constituido por Schmid, Héctor Daer (sanidad) y Carlos Acuña
(estaciones de servicios) se mueve con velocidad. Mantiene reuniones que van
del Episcopado, la CTEP (la central que nuclea a los trabajadores de la
economía popular) hasta el mismo embajador de Estados Unidos. Ocupan un espacio
vacante demasiado grande porque Moyano era la garantía no tanto de unidad
sindical como de volumen político de los reclamos gremiales.
Consultado sobre el
impacto de las políticas del macrismo en la industria, Schmid me dice: “Tenés
que hablar con Amicone”, y le pide a su secretaria que me pase el contacto.
Agustín Amicone es el secretario general de la Unión de Trabajadores de la
Industria del Calzado. Hablo con Amicone. Sabe los datos de memoria: 34% de
aumento en las importaciones de calzado, unos dos mil despidos y cerca de seis
mil suspensiones. Pero aclara: “El problema no es sólo cuánto ingresa por
importaciones sino el contexto de baja de la actividad, donde se pierde mercado
y además se suman competidores”. Es un efecto pinza, grafica. Se achica el
mercado de venta y se agranda el espectro de competidores. Clarísimo.
Poder
sindical
Un
asesor despreocupado le podría hacer decir a Macri como un logro en el brindis
de fin de año que en doce meses se consiguió la unidad sindical. Veamos tres
plazas como ejemplos: el 29 de abril se produjo una marcha al Monumento al
Trabajo que reunió a toda la dirigencia gremial. La convocatoria, bien
cegetista, fue descomunal, y se leyó un documento que no dejó lugar a dudas
sobre la preocupación de esa dirigencia y de sus representados respecto de la
política económica del PRO. Más tarde, el 7 de agosto, rememorando la marcha a
San Cayetano de “Paz, Pan y Trabajo” de 1982, la organización CTEP se movilizó
a Plaza de Mayo con miles de trabajadores de la llamada “economía popular”. El
2 de septiembre, evocando esta vez la Marcha Federal de 1994, se realizó una a
Plaza de Mayo en virtud de un mismo reclamo actualizado frente a un gobierno al
que sienten como una amenaza. En la Marcha Federal el protagonismo mayor lo
tuvieron las dos CTA, con miles de personas en la Plaza, muchas de ellas
venidas de todo el país. ¿Por qué hay imágenes de unidad sindical mientras, por
ejemplo, el peronismo se divide? ¿Unidad gremial sin unidad política?
Emiliano
Bisaro es miembro de la Comisión Directiva de ATE Capital. La conversación gira
sobre dos ejes: unidad y renovación. Reconoce que el proceso de unidad de ambas
CTA es sumamente complejo por “las tensiones que se han sucedido en el pasado”.
¿Será, sin embargo, posible? “La unidad dio resultados que se evidenciaron en
la Marcha Federal–se entusiasma–. Existe un proceso de renovación sindical en
lo político y en lo generacional. Quizás todavía no se ve en las
representaciones nacionales de los sindicatos, pero existe. Se pudo ver en la
composición de la marcha de todas las centrales al Monumento al Trabajo. La
experiencia de ATE Capital es una expresión de eso. Nuestra conducción tiene de
promedio 40 años.”
Walter
Lampietro preside la Fundación Estrategia vinculada a Facundo Moyano. Desde su
percepción cegetista reconoce que el peronismo tiene “una ausencia de
liderazgo”. Pero agrega que no se da tanto en términos gremiales. “Eso se pudo
ver en la agenda parlamentaria tanto en la promulgación de medidas como la ley
de doble indemnización como en el freno a la Ley de empleo joven que buscaba la
baja de los aportes patronales.” Para Iampietro, “el sindicalismo le tiene
menos miedo al conflicto porque está más acostumbrado a negociar, y no queda
atrapado en las internas partidarias, como pudo verse en la unificación de la
CGT e incluso en la agenda compartida con la CTA”.
La
socióloga especializada en temas sindicales Ana Natalucci cree que la respuesta
más activa del gremialismo en comparación con el peronismo partidario se
explica por la presión de las bases. El llamado “empoderamiento social” que
bramó Cristina al retirarse del gobierno tenía un interlocutor equivocado: no
era en primera instancia la militancia urbana (juvenil, asamblearia, social)
sino los sindicatos quienes podían recoger ese guante. “Las últimas marchas
demuestran que hay presión de las bases para movilizarse. En UPCN (Unión de
Personal Civil de la Nación, que nuclea a la mayoría de los estatales) esto es
importante. Andrés Rodríguez (secretario general) podrá tener un discurso
aplacado, pero las bases no. Y el crecimiento de ATE en los últimos tiempos también
es motivo de la activación sindical”, dice.
Sin
embargo, el proceso de articulación después de la etapa de fragmentación no va
a ser fácil. “Pero el gobierno nacional no dio ni una buena noticia hasta ahora
para los trabajadores, más allá de que desde septiembre se promocione la baja
de la inflación, cuyo motivo principal es la recesión que profundizaron sobre
una economía que venía mal”, dice Natalucci. ¿A quién le conviene la unidad de
la CGT? ¿Al gobierno, a los sindicatos, a los empresarios? “Les conviene
primero a los sindicatos –explica–, ya que pese al crecimiento de los últimos
años siguen teniendo una mala imagen y la tasa de afiliación nunca se recuperó
a la medida del crecimiento del empleo. Es su oportunidad histórica de
redimirse de lo que muchos hicieron durante el menemismo y volver a conformar
una representación sólida”.
A
rodar mi vida
La política económica del PRO acentuó la
tendencia recesiva y produjo un aumento del desempleo y de la pobreza. Su
apuesta a las señales pro-mercado, la creación de un clima de negocios y la
llegada de inversiones para apostar sobre todo en aquellos sectores que cuentan
con ventajas comparativas, como la agroindustria, la energía y la minería.
¿Pero qué pasa con las diferentes ramas de la industria? El dato significativo
de la baja en julio del 7,9 % en la actividad industrial interanual, la peor
caída en 14 años (1),
requiere poner la mirada sobre los sectores más sensibles, como aquellos
afectados por las importaciones o la construcción, que sufre la caída de la
obra pública.
Sin
entrar en detalles económicos, el panorama no admite una sola interpretación.
En la industria automotriz explican que aumentaron las ventas de 4x4 y los
camiones Mercedes como consecuencia de la baja de retenciones y la devaluación
que benefició a los productores agropecuarios. “La idea es que Argentina se
convierta en un gran productor y exportador de camionetas.” En marzo se
promocionó “el primer embarque de 330 Sprinter argentinas rumbo a América del
Norte”. La gacetilla de la propia empresa decía: “Mercedes-Benz Argentina
realizó el primer despacho de unidades Sprinter producidas en el Centro
Industrial Juan Manuel Fangio ubicado en Virrey del Pino, La Matanza, que en un
mes llegarán a los puertos de Charleston y Baltimore en Estados Unidos”.
Asimismo,
la Cámara de Diputados aprobó por 197 votos contra 4 el proyecto de ley de
fortalecimiento de la industria autopartista, que otorga beneficios fiscales a
las terminales automotrices y de maquinarias agrícolas que compren piezas o
autopartes nacionales. El proyecto fue impulsado por el diputado y sindicalista
de Smata, Oscar Romero, quien en la sesión aseguró que la apuesta es llevar “la
integración nacional de vehículos del 20 al 30%”, lo que generaría “120.000
puestos de trabajo nuevos”.
Pese
a estas luces, la situación general de la industria automotriz, uno de los
pilares de la industria nacional, es compleja. Un trabajador de una
autopartista cordobesa grafica la situación de las suspensiones: “La planta de
Fiat en Ferreyra trabajará, hasta fin de año, entre 20 y 22 días. Volkswagen
mantiene suspensiones de entre 300 y 400 operarios dos días a la semana. Y las
instalaciones de Renault en Santa Isabel en un mes pasarán a producir en un
solo turno. En Ford hay suspensiones de forma permanente hasta fin de año de un
mismo grupo como forma de presión para que acepten el retiro voluntario”.
La producción de automóviles anotó 224.038
unidades en el primer semestre, un retroceso de 14% interanual (2).
Y si bien la caída de las ventas a Brasil significó una baja considerable en la
producción, la consolidación del segmento de las pick up, Volkswagen Amarok,
Ford Ranger, Toyota Hilux y el proyecto de producción de la Nissan en la planta
de Renault de Córdoba, sirvió de colchón.
Pero
también hay que considerar los componentes. El autopartismo esencial (las
empresas que producen con mayor valor agregado, como es el caso de los chasis,
las partes eléctricas, los frenos y las butacas) está dominado en general por
empresas multinacionales. Los talleres nacionales participan solo en pequeñas
piezas de plástico o acero. Es un entramado complejo. Las más importantes son
Gestamp (estructuras), Lear (cableados eléctricos), Johnson Controls (butacas).
Las cajas y motores son producidos por las matrices. Y Scania, por ejemplo,
hace las cajas en Argentina y los motores en Brasil. En el caso de Renault,
voceros de la empresa señalaron que sus exportaciones este año bajarán
alrededor de un 70% por el derrumbe del mercado brasileño.
Frente
al gobierno
Con
el correr de los meses se empieza a saber qué ramas productivas resultan más
afectadas por las medidas económicas del gobierno. Los gremios industriales,
desde línea blanca hasta pesada, son los más impactados. En la primera, como
electrodomésticos, se registraron despidos de personal; en la segunda, suspensiones
sistemáticas: Siderar (Techint), por ejemplo, abrió un programa de retiro
voluntario. En empresas como Tenaris, Metal Centro y SIDERCA se da la misma
situación. A su vez, los dirigentes sociales, como el referente del Movimiento
Evita Emilio Pérsico, hablan de algo más: del enfriamiento de la actividad, es
decir, de la caída de las changas, tan importantes para la vida económica
cotidiana en los barrios humildes.
En
los días que corren, y mientras la política económica impacta de distinto modo
en el tejido productivo, el sindicalismo da muestras no ya del protagonismo
político de un gran líder a lo Moyano sino de una nueva e incipiente capacidad
de unidad, paciencia y acción.
El
foro de empresarios organizado por el gobierno en Buenos Aires conocido como
“mini Davos” dejó la estela del costo laboral argentino. ¿Le preocupa a Schmid,
y por ende a la CGT, los amagues de una nueva flexibilización laboral?
“Nosotros –responde Schmid– no podemos legitimar una política de ingreso que
tienda a la baja de salario. No va a haber un solo sindicato que acepte
pasivamente volver por debajo de lo que ya ha ganado. Cuando se plantea que la
viga maestra es el ‘costo laboral’, estamos empezando por atrás. ¿El problema
de las pymes es el costo laboral o la falta de acceso al crédito y el
tarifazo?”
El
gobierno dialoga, es cierto, y recibe a los sindicatos. Pero la CGT aceleró su
unidad respetando los tiempos de los gremios de cara a una gestión que los
preocupa. Schmid reconoce que aún hoy hay un sector amplio de la sociedad que
sigue acompañando al macrismo: “He trabajado para generar la confianza y el
tiempo dirá si esta fórmula ha sido la más apropiada. Yo creo que era la
posible”. Es, cree, la hora del realismo. ¿El gobierno quería la unidad? Nadie
sabe. Daer y Acuña, sus dos compañeros en el nuevo triunvirato cegetista,
pertenecen al Frente Renovador de Sergio Massa. Schmid se define “refractario a
la construcción en territorio partidario”. Reconoce haber votado en blanco,
haber tenido una mala relación con Cristina y un buen vínculo “con Néstor”,
pese a que advierte que muchos de los problemas de infraestructura de la
economía estaban irresueltos aún con él. “Durante un tiempo, como subía la
marea no se veía nada –dice sobre los años de crecimiento–. Pero hay un dicho
marítimo: cuando la marea baja se ve quién estaba nadando desnudo”.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
Menu de cena para MAURICIO sopa de tortuga.
ResponderEliminarCon estos representantes , los trabajadores estan fritos.
Ni la minima posibilidad que a MAURICIO se le escape la tortuga.
ESTA PUEDE SER POR LENTEJAS UNA DE LAS ULTIMAS ESPECULACIONES QUE SE MANDEN.
Las tortugas estan en la olla de hace rato y creen que estan en el yakusi o el sauna.