Se han disipado los
fuegos artificiales, se han higienizado las calles del desprolijo y colorido
cotillón, se han silenciado los altavoces de los cuales emanaban pobres y
banales oratorias, renglones insípidos saturados de pésima literatura, se han acallado
por fin los micrófonos mediáticos que muy oportunamente les fueron ofrecidos a los
representantes del establishment local para hacer gala de un presente que
solamente ellos observan con infame cinismo.
Pero como cantó
Serrat “el sol nos dice que llegó el final a pesar de que una noche se olvidó
que cada uno es cada cual”. Y las moscas volvieron, en realidad nunca se
fueron, un camioncito fumigador anti-plagas modelo “Fusiladora 1955”, acaso conducido por Baby Etchecopar, a modo de placebo, las mantenía fuera del área asfaltada
del festejo, de manera no aterricen su maldad en las neoliberales calvas de nuestros psicóticos salvadores, y más aún, tratando de impedir expresamente su ingreso vandálico
dentro de las fauces de los funcionarios disertantes; impensable que ello
pudiera ocurrir justo en el preciso momento en donde la mitomanía y la perversión
discursiva lucieran sus mejores galas.
Y por un rato en
los suburbios del pueblo no hubo moscas, y había agua, Alcoyana-Alcoyana nos
dijimos. Simbiosis crepuscular, planetas alineados, el ideal. Cuatro horas
después de terminada la verbena, y ya sin nuestros heráldicos visitantes, de la
canilla no caía una gota y todo lo que había en el exterior era un ejército de
moscas enfurecidas con nosotros por culpa de un camioncito que hacía rato había
partido, para nosotros con destino incierto, rumbo a otro acto “proctolocar”.
Tristemente al ser
nosotros forasteros en nuestra casa y no anfitriones y menos aún propietarios
nos es imposible decidir el orden de nuestro hogar, y justamente quienes
deciden sobre ese orden no viven en nuestro pueblo. Anahí “Whatsapp” Dumrauf, Delegada de facto –
y cabe la aclaración ya que es un cargo que no deviene de una elección popular
muy a pesar de tomar decisiones que inciden en un colectivo socioeconómico y
cultural – no vive en nuestra localidad, y eso ya de por sí dificulta su
capacidad para racionalizar los inconvenientes que el ciudadano habitante debe
afrontar a diario y los trastornos que por mínimos que sean mal predisponen al
vecino. El proceso de acumulación suele llenar de fastidio tanto a los ovarios
como a los testículos. Muchos sospechamos, incluso vecinos que
adhieren políticamente al oficialismo, que la mencionada funcionaría ni siquiera
finalizó el curso de Gestión de Delegaciones que dictó Coti Nosiglia en la
academia Todos por Dos Pesos. Debo reconocer que no soy el creador del apodo de
nuestra Delegada, la especie me llegó a través de personas que trabajan muy
cerca de ella y su política para encarar la gestión administrativa.
Pasadas 48 horas de
Semana Santa, al haberse cumplido, el día martes 18 de abril, el 116
aniversario de nuestro pueblo y como hace 30 años “la casa está orden”. La
basura sigue estando en el mismo lugar, pero más podrida, los elementos
contaminantes y sus responsables públicos y privados, que tampoco viven en la
villa, gozan de la más absoluta impunidad para seguir transformando la aldea en
su “fondo” residual, la pauperización de los servicios médicos se acentúa mes
tras mes como consecuencia de los recortes presupuestarios, hay sectores del
pueblo que son intransitables hasta en caballo y a la par que son verdaderas bocas
de lobo, eso sí en breve tendremos una línea lumínica de 3 km en la avenida de
ingreso, obra de costo general indescifrable cuya prioridad social podría estar
ubicada, siendo optimista, en el número 65 de las necesidades colectivas
locales.
Feliz cumpleaños
Guisasola, algunos te mienten, otros creen que ganan cuando te mienten, de unos
y otros ya hablamos un rato largo; acaso los menos te escribimos poesía, te
adoptamos como el único escenario posible para nuestros cuentos y relatos, te
fotografiamos, te pintamos, te cantamos, embellecemos tus entrañas cuidando tu
salud, le contamos al mundo de qué se trata esta aldea maltratada, tan poco
defendida, tan claramente extranjera a la hora de comprender sus azares.
Estación José A.
Guisasola
Es probable que nos
quede
tan sólo un vago
recuerdo
de esa fiesta improvisada
cuando tu sola llegada
era motivo de prisas
coquetería y rubor.
La caminata de espera
por el andén señorial
nuestro aljibe de
testigo
y un beso
despreocupado
que por entonces valía
como rúbrica de amor.
Nube negra que delata
tu silueta de primicia
y otear entre las
caricias
alguna arruga
indiscreta
que a la fuerza y por
demora
en la falda se
instaló.
De fileteado preciso
se ufanan tus
ventanales
testigo de temporales
que prestan
conformidad,
ventarrones de
perfumes
gominas y soledad.
El durmiente es
testimonio
nadie olvida haber
servido
maderas que el magro
olvido
no ha logrado
arrinconar,
huellas en las
baldosas
talladuras, corazones,
archivos que el diablo
quiso
en la estación
preservar...
El andén se va
poblando
las fragancias se
confunden
un catango estacionado
reclama vía y labor
aromas que el
ferroviario
conquista cual
polizón.
En forma lenta y
pausada
nos delatas tus
perfiles
un presagio de
pregunta
de identidad y
cortesía
cual enigma
indispensable
hoy silencio, y
poesía.
Los fierros dan
testimonio
nadie olvida haber
vivido
listones que el magro
olvido
no ha logrado
marginar,
pisadas en las
baldosas
madreselvas,
corazones,
historias que el
diablo quiso
en la estación
custodiar...
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